La madrastra, Rachael Cavalli, está meditando en el sofá cuando su hijastro Mike llega y conversan sobre su experiencia. Mike le confiesa que su madre biológica lo ha hecho pasar un infierno, lo que genera una conexión entre ellos. Rachael le ofrece enseñarle a meditar, describiendo la experiencia de una manera casi mística, incluso relacionándola con el placer sexual. Ambos intentan meditar juntos, pero la situación se torna confusa y emocional. Mike expresa sentimientos conflictivos hacia ella, y Rachael sugiere que su atracción se debe a la falta de amor maternal. La conversación avanza hacia un terreno cada vez más íntimo y complicado, reflejando un romance tabú entre ellos.